domingo, 28 de junio de 2015

“ZAPATOS DE MIS CORAZONES”


                 




                 Cuento con unos envidiables zapatos, de esos que no necesitan que se les marque la ruta. Ellos van y ellos vienen cuando lo consideran necesario. Se detienen únicamente para conversar con mis pies, y solamente lo hacen, a altas horas de la madrugada, cuando el cansancio me ha vencido y me hallo de viaje por parajes no confesos. Y no les estoy mintiendo, juro o perjuro que estos son mis zapatos, los de siempre, los que han, y continúan, abrigando mis más lejanas ensoñaciones. Aunque les debo confesar, con cierto rubor, que los mismos no han sido los únicos; por la parte más andarina de mis inferiores extremidades, varios de ellos han pasado, no muchos, pero sí los suficientes para valorar el trabajo de los anteriores pares.

                
                 Recuerdo con alevosía a tres de ellos, ¡sí!, jamás los olvidaré, porque el tiempo y el polvo del camino, son en cierta medida los mistificadores de esta colección de años; despojarme sin más ni más de los mismos, sería cuanto menos engorroso. Puedo afirmar con conocimiento de causa que me siento orgulloso de mis zapatos, y que las apariencias, indudablemente engañan. La primera impresión es la que es, y no la pongo en duda, ¿pero los ojos vuestros están viendo lo que los míos no han dejado de contemplar ni por un segundo?



                 ¡Queridos y añorados zapatos, si levantan el vuelo, les suplico, que no olvidéis a mis pies, ellos, si fuese necesario, están dispuestos a soportar las alturas, pero caer en el olvido, sería irreversible, sus encallosados corazones no lo soportarían!   






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