¡Un gato, dos libros, y un tablero de ajedrez!
¡Maulladas palabras con estratégicas combinaciones!
¡Lectura partidaria entre felinas miradas!
¡La leyenda cuenta que el escribano alcanzó la jugada
maestra, pero no le quedó más remedio para ganar, que propinar reiteradamente
siete jaques mates al gato!