¡Cuenta la leyenda que las buenas intenciones debían ser
contadas antes para que en el mundo no se aglomerasen las virtudes!
¡De esta forma, en un lugar oculto, se daba paso, lentamente
y poco a poco, a estas contadas cualidades!
¡Un día el encargado, el poseedor de la llave, dejó de
respirar y el contador se quedó sin contar!
¡El mundo se hizo áspero, voluble y de muy mal humor!
¡De vez en cuando, cuando alguien recuerda alguna virtud,
intenta ponerla en práctica, pero es en vano, porque la virtud no se recuerda,
la virtud se demuestra!
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